Publicado 16 de junio 2020

Un contexto general e inédito afectó a la sociedad en general y al servicio de justicia, en particular.

En marzo del corriente año, cuando la furia de lo incierto perseguía dañar los bienes más preciados -la vida y la salud-, la abogacía en su conjunto requirió la adopción de medidas de prevención, sugiriendo a los/as matriculados/as evitar la concurrencia a los edificios del Poder Judicial.

Con el transcurso de los días y sin pausas, los cinco Colegios de Abogados de la provincia de Santa Fe, fuimos instando diversas ACCIONES y PROPUESTAS, tendientes a lograr una paulatina y gradual normalización de la actividad judicial (respetando siempre los protocolos en salud), pues estaban en juego el reconocimiento de derechos de raigambre constitucional, tanto de los justiciables como de los profesionales del derecho.

Desde un primer momento nos colocamos a disposición y requerimos la conformación de una comisión, con todos los operadores jurídicos, para encontrar soluciones a la problemática.

Luego de insistentes reclamos, las decisiones de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe permitieron la atención de los asuntos urgentes, dejando pendientes la mayoría de los trámites que podían desarrollarse en la habitualidad.

Por imperativo de las convicciones, continuamos presentando nuestras propuestas, convertidas ya en reclamos, para que el Poder Judicial de la provincia comprenda que no podía prolongar el estado de casi plena inactividad, hasta conseguir la normalización del servicio de justicia, primero en las localidades de menor densidad poblacional y luego, en todo el territorio provincial.

Previo a ello, logramos que el Poder Ejecutivo Provincial autorizara la asistencia a nuestros ámbitos naturales de tareas, como son los estudios jurídicos, cuestión esencial para el ejercicio correcto de nuestra profesión que jamás estuvo prohibido, sino que se encontraba limitado de hecho ante la situación de aislamiento.

Sentado lo que antecede, advertimos que nuestros firmes posicionamientos generaron reacciones de algunos sectores, pues dejamos al descubierto deficiencias estructurales, atrasos tecnológicos y privilegios.

Pero cuando los ingresos de la gran mayoría de nuestros representados fueron nulos durante este tiempo, con la lógica angustia que ello conlleva; con la imposibilidad de dignificar el espíritu ejerciendo nuestro trabajo; con la presión de los clientes que requerían respuestas a sus conflictos; realmente, los enojos y las eventuales consecuencias de ello, se convierten en el precio que debemos afrontar por la irrestricta defensa de lo justo.

Nos hubiera resultado más cómodo y sencillo aceptar la realidad tal cual aconteció. Pero las situaciones extraordinarias, requerían sacrificios de igual tenor.

Tal vez los tiempos en lograr los resultados no fueron los deseados. Siendo lo incierto materia de otro análisis, lo que reluce con vigor es, la UNIDAD DE LA ABOGACÍA SANTAFESINA.

Y ello no es fruto del azar. Es consecuencia de una tarea mancomunada y sin descansos, tendiente a refundar la COLEGIATURA como una verdadera entidad GREMIAL, al servicio de la abogacía.

Seguramente, se alzarán voces devotas a los designios de los poderes de turno; se colocarán obstáculos a la firme tutela de los/as abogados/as y se pretenderá conseguir adeptos que desdeñen el trabajo grupal. El abrigo del poder es tentación inmediata para los mendigos de los favores.

ES POR ELLO QUE, AHORA MÁS QUE NUNCA, DEBEMOS SER CONSCIENTES QUE EL FUTURO NO NOS SERÁ DADO, SINO QUE DEBEMOS CONSTRUIRLO, SOBRE LA BASE DE LA SOLIDARIDAD, LA EMPATÍA, LA GENEROSIDAD Y EL BIEN COMÚN.

Apostando por el camino del diálogo institucional y el trabajo conjunto, con respeto y firmeza, continuaremos nuestra lucha sin cesar, impulsando acciones que redunden en beneficio del servicio de justicia y del ejercicio profesional.

La reivindicación y ampliación de derechos de las/os abogadas/os es y será nuestra búsqueda principal.

LA ABOGACÍA SANTAFESINA ASUMIÓ SU VERDADERO ROL.